Voy a contar algo que me ocurrió este verano mientras estaba en un bar. Intentaré describir un poco la escena inicial en el que se da la situación:

La situación se dio en un restaurante, el cual tiene una barra bastante larga. Dicha barra va desde los aseos del fondo del bar, hasta la puerta de entrada. Yo me encontraba sentado en la esquina de la barra más alejada de la puerta, leyendo el periódico. A mi espalda, a un metro más o menos, había una mesa en la que estaban comiendo dos camareras del bar.

En el bar había bastante gente repartida por toda la barra y por las mesas restantes. De pronto salieron del comedor (el cual está situado en frente de la barra, aproximadamente hacia la mitad de la misma) dos señores mayores, estimo que tendrían entre 75 y 80 años. Ambos señores caminaban usando muletas, con dos muleta cada mano, y muy despacito, les costaba mucho caminar, e iban uno tras otro dirigiéndose a la puerta de salida la cual estaba cerrada.



Yo los vi encarar la puerta, en dirección a la salida. Estaban, relativamente, lejos de mi a unos 7-8 metros (la puerta estaba a 18-20 metros de mi, aproximadamente). Los vi inmediatamente cuando salieron del comedor. Me iba fijando que iban hacia la puerta, despacito, les costaba mucho dar cada paso. Al mismo tiempos no podía dejar de mirar al resto de la gente que estaba cerca de ellos y de la puerta, me daba la sensación de que nadie se había fijado en que la puerta estaba cerrada, pero lógicamente, veían a los pobres ancianos y era obvio que les iba a costar un mundo abrir la puerta.

Cuando estaban cerca de la salida, vi que nadie les iba a abrir la puerta y entre rabia y prisa, me baje de la silla, cruce el bar por delante de la gente y de los pobres abuelitos y abrí la puerta para que salieran. Iban tan despacio que aun estuve unos cuantos segundos esperando a que llegasen a la puerta y salieran. Me acuerdo perfectamente de lo que me dijo uno de los viejecitos:

-"Gracias, menos mal que aún hay gente que ayuda a los que no pueden"


Me dio pena, mucha pena, pobres... ¿Cuántas veces se las habrán tenido que arreglar ellos solos? Luego volví a mi silla, y mientras me sentaba oí una voz que venía de la mesa donde comían las camareras, que me decía más o menos:

-"Con eso casi te has ganado el cielo, no todo el mundo dejaría de hacer lo que está haciendo para cruzar el bar y abrirles la puerta"

En ese momento... sentí una vergüenza increíble, enorme (no vergüenza de mi mismo, no se explicar bien la sensación). Quizás lo debería haber tomado como un alago... o no, pero la verdad que me pareció tan tan tan tan triste ese comentario...
Se esfumó otro pedazo de la poca fe que me quedaba en la humanidad. Llegar al punto de sorprenderse y "alagar" que alguien haga algo que no le supone esfuerzo, y que sin embargo supone una gran ayuda a otra persona. Ni me salió una respuesta para darle...

Y lo peor de todo, es que la frase "...no todo el mundo dejaría de hacer lo que está haciendo para..", que en boca de la camarera sonaba como una frase hipotética, realmente era una realidad, porque nadie iba a abrir la puerta a los abuelitos que apenas caminaban. ¿Es triste, verdad?

No pretendo hacer ahora una valoración de lo egoísta que es la gente o la sociedad. De que uno mismo solo piensa en uno mismo y en sus propios intereses. No me voy a poner en plan pesimista. Creo que todos somos conscientes de como se comporta la mayoría de la gente en la vida cotidiana, desde el trabajo hasta los vecinos de la comunidad o la típica señora "listilla" que siempre pretende colarse en la cola de la panadería... Pero hay ciertas despreocupaciones por los demás que no dejan de sorprenderme.

:(